Una arraigada costumbre teatral, que se emancipó a otros sectores sociales, es desear “merde” antes de un estreno. La palabra remite al deseo de que la propuesta sea exitosa en cuanto a la respuesta del público y se remonta a siglos atrás.
La versión más arraigada sobre el origen de la expresión refiere a cuando, en los siglos XVI y XVII, los poderosos concurrían a los teatros con sus carruajes y caballos, que los esperaban en la puerta. Entonces, cuando más bosta se acumulaba, más público con riqueza había. Y eso era sinónimo de una buena recaudación, ya que no se cobraba entrada sino que había una especial manera de pasar la gorra: se recogían del piso del escenario las monedas que el público arrojaba. Y si había adinerados, más posibilidades de éxito existían.
Cuando se intenta ser enfático en el deseo, se agrega el “mucha”, un aporte que viene de la superstición y que anula un potencial mal augurio de decir simplemente “buena suerte”, ante el temor de que el efecto sea totalmente el contrario.
En la realidad tucumana, se necesita de bastantes vibras positivas para consumar una propuesta artística, ya que los vientos soplan en contra con los bolsillos flacos. Para potenciar el trabajo colaborativo solidario y consumar una reacción que implique, al mismo tiempo, la revalorización de la cultura popular y de sus creadores en un encuentro festivo con el público, en La Sodería y el Puerto Cultural Libertad se realiza el Festival ¡Merde!, centrado en propuestas teatrales de distintas expresiones estéticas, con el agregado de letras y músicas.
Propósitos
“El objetivo del ¡Merde!, que no cuenta con ningún financiamiento oficial, es abrir la temporada 2024 con un bombazo de alegría y ánimos positivos que movilice tanto a artistas independientes como al público, en momentos donde el ataque gubernamental a la cultura se ha transformado en política oficial y amenaza con restringir tanto las posibilidades de expresión y supervivencia de los realizadores independientes como restringir el acceso de las clases populares y trabajadores a los espacios culturales”, agregaron los organizadores del proyecto.
Atento a ese marco conceptual, dispusieron que la entrada a los espectáculos sea popular y con un monto mínimo: “no queremos que haya barreras de boletería para lograr llenar las salas. Nos proponemos reunir artistas y públicos en espacios de disfrute para poner en valor social las prácticas culturales independientes, así como también representar pacífica y creativamente nuestro repudio a las políticas destructivas. Queremos propiciar un encuentro comunitario a través del trabajo conjunto, porque nos une el trabajo colectivo y hermanado, una de las bases fundacionales de las culturas que crecen y se enriquecen con la participación solidaria, inclusiva y cooperativa. Así invitamos a los colectivos que integran la asamblea de la Multisectorial de la Cultura para dar una brevísima charla al final de las funciones”.
Títeres y jazz
Para hoy, están programadas dos puestas. En Puerto Cultural Libertad (Las Piedras 1.850), a las 19.30 habrá títeres con el grupo La Mirilla: “Odas titiriteras” llega con la autoría e interpretación de Josefina Chocobar, Carmen Fernández de Ullibarri y Yesika Migliori, y el diseño sonoro de Mateo Chocobar.
En escena se verán tres historias enlazadas por la curiosidad y asombro ante la naturaleza. Una niña exploradora, una joven en una casita, en algún lugar y una anciana astrónoma que, en sus vivencias cotidianas, descubren singulares situaciones y develan grandes misterios. La obra integra el catálogo del Instituto Nacional del Teatro.
Desde las 21.30 en La Soderia (Juan Posse 1.141) se verá “Achachila, antiguas memorias nos habitan”, una conjunción de teatro y jazz en el que confluyen la compañía cordobesa Poca Vergüenza de Anahí Leranoz y el aporte musical de los tucumanos Nicolás González Goytía y Julio González Goytía.
El espectáculo entrelaza melodías con intervenciones teatrales basándose en lenguaje performático, títeres y objetos, a partir de músicas propias y de distintos autores que invitan al encuentro de memorias ancestrales y transitar el misterio de seres que nos habitan, adelantan los protagonistas.
En las dos sedes del ¡Merde!, además, se realizará a partir de las 18 una feria de editoriales y de fanzines con producciones locales de carácter independiente, para potenciar el mercado del libro en la provincia, centrado en autores tucumanos.
“El circo de los Marsilli” última función en el Centro Virla
Hoy a las 20, en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265) será la última función de “El circo de los Marsilli”, la nueva versión de la obra de Gonzalo Veliz, con las actuaciones de Florencia Melano, Diego Gil, Max Meloni, Nicasio Salas, Sol Tula, Solana Ramallo, Lisandro Palavecino y la participación especial de Manina Aguirre, con la dirección de Vivi Perea y Emanuel Rodríguez. La historia remite a cuando Sebastián, el hijo de un policía de la Provincia y una ama de casa, hace su primera comunión, para la cual sus padres han organizado una gran fiesta: zapatos blancos, pantalón blanco y camisa de igual color, todo inmaculado. La necesidad de mostrarse como una “familia ejemplar” está atravesada por los mandatos que oprimen e impulsan a la rebelión. Entre situaciones cómicas y dramáticas con tinte lorqueano, la acción gira hacia hechos sorpresivos que develan los sueños, los deseos y la construcción de identidad.
“Dioses y adioses”: despedida en la Sala Caviglia
Al terminar la guerra de Troya, el principal deseo del héroe Ulises es regresar a Ítaca, su patria, y reencontrarse con su familia. Para ello se enfrenta a adversidades y hasta a los propios dioses, que le obligan a superar conflictos internos y externos para lograr su objetivo, siendo un hombre nuevo con más sabiduría y templanza. Este es el argumento de la “Odisea”, de Homero, el texto que fue tomado como base por el Grupo de Teatro de Niños y Jóvenes del Ente Cultural de la Provincia y que subirá a escena por última vez esta noche, a las 21, en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251), transformado teatralmente en la obra “De dioses y adioses” y con la dirección de Lilian Mirkin. Para la puesta se aplicó el recurso del “teatro dentro del teatro” y con proyecciones de sombras a cargo de especialistas, mientras la acción se desarrolla con varios tonos actorales, que permite recorrer la comicidad, el drama y la poesía.